¿Realmente existe un antes y un después tras el paso por la universidad? ¿Cambiamos tanto con esta experiencia?. Creo que automáticamente nuestra respuesta sería sí, y es lo que yo pensaba hasta que he terminado la carrera.
No me malinterpreten, sé que ir a la universidad es una decisión importante, y si tenemos la oportunidad no debemos desaprovecharla. Pero, a lo que yo quiero hacer alusión en este post, es a que tanto te cambia esta experiencia, cómo te transforma.
Todo esto lo comento porque desde que soy pequeña soñaba con ir a la universidad. Sí, sí, era mi sueño verme estudiando lo que realmente quería, esa libertad de ser adulto pero a la vez de no tener grandes responsabilidades. Y hoy, me siento un poco decepcionada, un poco decepcionada porque esa experiencia acabó y creo que no la supe aprovechar, un poco decepcionada porque idealicé demasiado una etapa y la realidad fue muy distinta.
Cuando estaba terminando bachillerato sentía una gran emoción por comenzar una nueva etapa, conocer gente nueva, etc. Aún recuerdo, como si hubiesen pasado dos días, la PAU (los exámenes de selectividad). Me enamoré de ese ambiente universitario, de esa sensación de convertirme en profesional.
Luego llegó el día en que me matriculé en mi facultad, iba tan ilusionada. Recuerdo que mientras esperaba en secretaría para entregar el papeleo, me puse a hablar con un chica que llevaba sus años en la universidad; y me comentó que al principio la gente era genial pero con el paso del tiempo, cuando llegabas a los últimos años de carrera, todo se convertía en una competencia, en un ambiente un poco hostil. Comentario al que lo le di mayor importancia, pues yo seguía con mi aire de ingenuidad e ilusión.
Y pronto pasó el verano y de repente me vi en mi primer día de clases. Todo era un caos, un montón de gente perdida, pero yo estaba feliz, lo había conseguido. Ahí estaba yo, mis pies pisaban mi tan ansiado sueño... LA FACULTAD. Entre tanto ajetreo hice mi primera amiga, y conseguimos llegar al Aula Magna, y allí conocimos a dos chicas más que formarían parte de nuestro grupo.
Ay!!! Pero que feliz fui yo en mis primeros días de clases. Todos los compañeros eran amables, intercambiamos emails, apuntes.... todos éramos "amigos".
Y así llegué a segundo de carrera, todo empezaba a cambiar poquito a poco, pero aun seguía siendo maravilloso. La gente cada vez se dividía más en grupos, marcaban su territorio sobre sus asientos y ni que decir sobre sus preciados apuntes. Pero en fín, yo tenía a mi grupo que era un encanto...
Tercero. El peor año de carrera, no me quiero ni acordar, yo pasaba por una mala racha personal, pero además las cosas con mis amigas comenzaban a ir mal. Nos distanciamos bastante y el grupo quedó reducido a tres miembros.
Cuarto. Problemas, problemas y más problemas. El ambiente en esta época era algo mejor que en tercero pero no dejaba de ser algo hostil. Anímicamente yo estaba ya mejor, pero en lo que respecta a las relaciones con los compañeros la cosa no pintaba bien.
Quinto. Emoción por terminar y desastre total. Comencé mi quinto año emocionada (nuevamente, que ingenua), porque iba a terminar y claro a la vuelta de la esquina iba a encontrar un maravilloso trabajo en donde me podría desarrollar como profesional.... JA JA JA... sí claro, con la que está cayendo. Encima los trabajos en equipo terminaron por desestabilizar el ambiente. No sé ni cuantas discusiones tuve por gente que quería aprobar a costa de uno.
Y el tan ansiado día de mi graduación llegó. Un día que se supone que iba a ser súper especial, uno de los mejores de mi vida, no fue tan perfecto como esperaba. En las mismas fotos de grupo se nota como somos todos unos perfectos desconocidos, hay claras líneas divisorias entre unos grupos y otros... pero siempre hay un grupo que intenta destacar y ser el que se lleva genial con todos, aunque sólo sea por aparentar... ¿y dónde estaban ubicados? por supuesto en todo el centro de la foto.
Al final se me ha ido el post de las manos, y no me he centrado mucho en el tema que al principio comenté. El caso, es que no creo que esta experiencia me haya cambiado demasiado, sí me ha hecho madurar, muchísimo pero también me ha hecho volverme un poco individualista. Es decir, no es que no pueda trabajar en equipo, al contrario, me gusta, pero he aprendido a que en la vida real nadie va a mirar por mí.
¿Será que para eso sirve la universidad? ¿Para estar un poquito más en contacto con la realidad?. Veo que ahora soy más realista, con menos ilusiones, aunque eso también me pesa. Me pesa decirme a mí misma, no tengas tantos ideales porque ya ves lo que pasó en el pasado.
Y lo que últimamente más me perturba es que, antes la universidad era un paso previo para introducirte en el mercado laboral; y ahora te ves con un título y un par de sueños rotos. Sé que tengo que seguir luchando por conseguir un buen trabajo, no obstante, es difícil apartar el pensamiento de sentirse un poco fracasada.
Termino mi carrera con un pequeño mal sabor de boca, con la sensación de no saber nada, de no saber qué rumbo tomar y sobre todo de no saber quién quiero ser. Igual para esto es necesario pasar por la universidad, para darse cuenta de que no sabemos nada, de todo lo que nos queda por aprender.
Como cualquier niño, yo pensaba que acabar la carrera era sinónimo de ser un experto en la materia que se estudia. Sin embargo, nos pasamos y pasaremos toda la vida aprendiendo y aún así no sabremos nada.
De este post "cajón de los desastres" saco en claro que mi paso por la universidad no me transformó en alguien distinto, simplemente me dio herramientas que, puede que aun hoy, no sepa utilizar. Y lo más importante, me hizo caer en la cuenta de que mientras más conocimientos adquiero, más veo cuanto me queda por aprender.
Quizás sea cuestión de tiempo darme cuenta de la magnitud que ha tenido la UNIVERSIDAD en mi vida, y que todas las piezas encajen.
¿Y a ti te ha transformado el paso por la universidad?